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Vino natural: vino sin sulfitos

Entra en la revolución natural

El vino sin sulfitos, vinos conocidos como vino natural son los vinos que se elaboran de manera natural con uva, sin añadirle ni quitarle nada. El vino natural nace de un tipo de agricultura ecológica o biodinámica en la que únicamente se utilizan productos naturales. En la viña no se utilizan ni abonos químicos, ni herbicidas, ni pesticidas. En los vinos naturales principalmente se busca un reflejo de la añada y del terroir, por lo que la vinificación es lo menos intervencionista posible, dejando que sea la uva la que exprese su carácter.  No se utilizan levaduras seleccionadas, ni otro tipo de bacterias para acelerar la fermentación. El vino natural ni se clarifica ni se filtra, dejando que sea el propio vino el que evolucione. Además no se añade sulfuroso en ningún momento del proceso de elaboración dando pie a vino sin sulfitos.

Vino natural, de la cepa a la copa

Como en todos lados, en el mundo del vino natural podemos encontrar tanto partidarios acérrimos como detractores convencidos. Sin embargo, lo cierto es que la elaboración del vino con mínima intervención cada día gana más adeptos. Lo que para muchos suponía simplemente una moda, se están dando cuenta que cada vez son más los que se suben al carro de los vinos sin aditivos. Pero ¿qué es lo que hace que tenga tanto éxito este tipo de vino? Para empezar es importante tener claro qué es exactamente un vino natural.

¿Qué es un vino natural?

Aunque el reglamento nº 479/2008 de la Comunidad Europea en su anexo IV de “Categoría de productos vitícolas” define el vino como “un producto obtenido exclusivamente por fermentación alcohólica, total o parcial, de uva fresca, estrujada o no, o de mosto de uva”, en la práctica existe una interminable lista de productos enológicos autorizados que se pueden añadir a la hora de elaborar un vino. Ingredientes como sulfurosos, levaduras, enzimas o nutrientes están actualmente a la orden del día en muchas bodegas convencionales. Por el contrario, el vino natural quiere ser fiel a esta declaración de intenciones y, por tanto, se elabora sin aditivos añadidos.

Así, como cuando nos pedimos un zumo de naranja natural, en realidad lo que esperamos es que nos sirvan un jugo hecho simplemente de naranja exprimida, sin edulcorantes, vitamina B añadida, colorante o conservantes, cuando hablamos de vinos naturales nos referimos a vinos elaborados únicamente con mosto de uva fermentada, sin ningún añadido artificial.

¿Un vino natural es igual que un vino ecológico o biodinámico?

Si es verdad que vinos ecológicos, biodinámicos y naturales tienen como punto de partida el respeto por la naturaleza, a la hora de definirlos, vemos que se tratan de términos distintos.

Para empezar, un vino ecológico es aquel que se elabora respetando la tierra y la viña sin la utilización de productos químicos, abonos artificiales o tratamientos fitosanitarios de laboratorio. Sin embargo, en la elaboración del vino se pueden utilizar técnicas y aditivos certificados oficialmente como ecológicos.

Por su parte, un vino biodinámico es aquel que busca el equilibrio con el ecosistema respetando, entre otros parámetros, los ciclos de la naturaleza y el calendario lunar y astral. A nivel de elaboración, igualmente, se puede hacer uso de aditivos de origen natural siempre que respeten los límites legales marcados por los certificados oficiales biodinámicos Demeter o Biodyvin.

Por último, el vino natural procede de uvas orgánicas, ecológicas y/o biodinámicas, pero en el proceso de vinificación no se les agrega ningún aditivo. Son elaboraciones que salen al mercado sin filtrar, sin clarificar y sin dióxido de sulfuroso añadido.

¿Cómo se elabora un vino natural?

“Dime de dónde vienes y te diré quién eres”. Para tener claro que estamos frente a un vino natural, hay que saber sobre su procedencia. Aunque es cierto que el mosto de uva necesita de la mano experta para que fermente adecuadamente, a los viticultores que trabajan sin aditivos les gusta decir que no intervienen en el proceso; únicamente acompañan para que sea el propio vino que evolucione por sí mismo. Partiendo de la idea de no añadir ni quitar nada a la uva, la materia prima debe ser espléndida y, por eso, estos viticultores no trabajan nunca con una fruta de la que desconozcan su origen. 

Son uvas que nacen a partir de un cultivo respetuoso, sin productos químicos perjudiciales para el equilibrio natural de la cepa. Optan por prácticas orgánicas, ecológicas y/o biodinámicas que permiten obtener un fiel reflejo de la propia tierra. Igualmente, se hace un uso coherente de los recursos naturales de alrededor y se apuesta por un trabajo básicamente manual.

Una vez en bodega, el mosto obtenido de las uvas vinifica sin levaduras comerciales añadidas que corrijan los aromas o gusto. Se trata de una fermentación alcohólica espontánea que se realiza con las levaduras autóctonas que contiene la propia uva en los hollejos. Igualmente, en la fermentación maloláctica no se añade ningún tipo de ingrediente externo que acelere el proceso. Finalmente, cuando por fin ya está elaborado el vino, se embotella sin filtrar ni clarificar; razón por la cual los vinos naturales siempre se ven turbios. Igualmente, en ningún momento del proceso se le añade uno de los ingredientes que más polémica ha suscitado en los últimos tiempos: el sulfuroso.

Sulfuroso. El gran quid de la cuestión

Sin duda alguna, el sulfuroso es el ingrediente que más diferencia a un vino natural del resto de vinos. Y es que si de algo presumen los vinos naturales es de no contener SO2. Muchos son los enólogos que aseguran que todos los vinos tienen sulfuroso porque en realidad se pueden producir de forma natural en las fermentaciones. Por lo que se acaba diciendo que no existe un vino sin sulfitos, pero sí vinos sin sulfitos añadidos.

El SO2 que se agrega en los vinos convencionales se trata de un antiséptico, antioxidante y antimicrobiano químico que durante siglos ha garantizado la calidad del producto. Sin embargo, una cosa es añadir sulfuroso para conservar y eliminar las bacterias y otra muy distinta abusar de él para reajustar las posibles carencias o imperfecciones del vino. Hoy en día se utiliza en todo el proceso productivo: en la viña para el control de plagas, en la bodega para regular la fermentación y, por último, en la botella para conservar el vino. Pero el SO2 es un componente químico que no hay que tomarse a la ligera. En grandes proporciones puede ser muy dañino. Además, puede enmascarar los aromas y gustos auténticos del vino. Y es aquí donde toman fuerza los vinos naturales. A pesar de la creencia de que un vino sin sulfitos no puede elaborarse correctamente, muchos son los viticultores que se esfuerzan diariamente para demostrar que sí es posible.

Hoy en día, un vino natural se puede conservar sin agregar SO2. Eso sí, todo depende de cómo se elabore. Lo cierto es que se requiere de un cuidado muy especial de producción desde la viña hasta la comercialización. Uvas sanas de primerísima calidad, instalaciones higiénicas, fermentaciones cuidadas y condiciones adecuadas de almacenamiento son la clave. Igualmente, hay que tener en cuenta que cada añada es distinta y el propio viticultor sabe de antemano cuales son los vinos que hay que beber en su juventud y cuales son de años de guardar. En definitiva, los vinos naturales requieren de un tiempo de dedicación superior que los vinos convencionales, pero bien hechos son auténticas maravillas. Por eso normalmente se tratan de pequeñas producciones con un coste más elevado.

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