Vino de la bodega Guímaro
Tradición familiar de colleteiro de Pedro M. Rodríguez
Conoce Guímaro

Ribeira Sacra es uno de los mejores exponentes de lo que conoce hoy como viticultura heroica, por lo que desde 2011 la zona ya cuenta con un sello específico internacional (CERVIN) que define este tipo de viticultura. El término se refiere a la orografía y las condiciones del terreno que complican el trabajo en los viñedos y hacen que viticultores y bodegueros desafíen, cosecha tras cosecha, los vertiginosos bancales. Todo ello unido a un minifundio de parcelas, un clima atlántico, ríos como agentes termorreguladores, escasas precipitaciones, suelo pizarroso-esquistoso o granítico, disposición en bancales que favorece el drenaje de suelo, laderas bien insoladas y en muchos casos con producciones muy cortas. El resultado, unos vinos de excelente calidad y, sobre todo, con gran personalidad, donde aglutinan la emoción dramática de su paisaje. Los cambios de altitud, de orientación y de tipo del suelo, incluso en viñas separadas por escasa distancia, dan pie a vinos muy diferentes de una misma variedad, centrada casi exclusivamente en la Mencía, que cambia de perfil según el terruño en el que se asienta. Son escasas todavía las bodegas que apuestan por el vino de finca, pero Adegas Guímaro es una de las pioneras.
Historia de la bodega
El proyecto Guímaro nació en 1991 cuando la bodega original sufrió una gran reforma tecnológica en previsión de lo que podría aportar la Denominación de Ribeira Sacra, pero también se sigue utilizando la antigua bodega donde la familia de la madre de Pedro Rodríguez, el alma mater del proyecto, hacía su vino de forma tradicional entre paredes inmensas de granito y techo de teja negra donde hoy hace las veces de sala de barricas. La bodega está enclavada en Sanmil, parroquia de la pequeña localidad de Santa Cruz de Brosmos, cerca de Deoade, rodeada de viñedos y castaños, en plena Ribeira Sacra, y la mayor parte de su producción proviene de sus propios viñedos en la subzona de Amandi. Al frente se encuentra Pedro Rodríguez que, junto con sus padres, centra todos sus esfuerzos en la viña, y es uno de los artífices de la revolución en la Ribeira Sacra. Para Pedro, el valor añadido que da la singularidad de una parcela es importante para las pequeñas bodegas porque pueden hacer rentables producciones muy cortas y esto supone un estímulo para cuidar la viticultura, que es la forma de hacer cosas diferentes. Por otro lado, merece la pena hacer mención al enólogo leonés Raúl Pérez, que comenzó a colaborar con Adega Guímaro en el 2002, y fue aquí donde nació El Pecado, un vino que cambió radicalmente la visión de los tintos de la Ribeira Sacra cuando la cosecha del 2005 obtuvo 98 puntos por el entonces hombre de Parker en España, Jay Miller, y de hecho era el tinto de guarda de Guímaro. En el 2007 nacían los Guímaro B1P y B2M, rebautizados luego, con los nombres de sus viñas de procedencia: Capeliños y Meixemán, y en la vendimia del 2010 nació el Finca de Pombeiras, que se vinificó por vez primera por separado.
Filosofía de trabajo
Los viñedos de Guímaro se encuentran en Deoade, sobre las laderas del Río Sil, en la subzona de Amandi. Son herencia de la familia, y salvo una pequeña finca, toda la producción es de uvas propias. Las vides más jóvenes tienen alrededor de 30 años, mientras que otras superan los 95 años en lo que al registro se refiere, por lo que podrían ser más que centenarias. La bodega cuenta con 8 hectáreas de viñedo propio y unas 13 hectáreas más controladas en las que se cultivan las variedades blancas Godello, Treixadura y Dona Branca, y las tintas Mencía, Caiño, Sousón y Merenzao, entre otras menos presenciales. Su filosofía de trabajo es compaginar las tradiciones con las nuevas tecnologías sin olvidar nunca los viñedos, su bien más preciado. Por ello son muy respetuosos con el medio ambiente, por lo que sólo aplican azufre y cobre en viña, y también mantienen una especial atención en la elaboración y en la cantidad de azufre en sus vinos.
También la elaboración de los vinos es muy particular. La vendimia de cada una de las fincas va a un tanque y ese mosto se transforma en vino independiente de otros tanques. Solo para el tinto joven, el vino se mezcla con el de otras fincas. Los vinos de alta gama se fermentan en tanques de roble troncocónicos, casi todos con un 50% de raspón, y se utilizan levaduras indígenas. Tras la fermentación, se dejan macerando sobre sus lías por unos 60 días, y posteriormente se envejecen en barricas de roble francés, nunca nuevas, durante 12 meses.
Utilizan barricas usadas (3º-4º uso), porque no quieren que la madera tape el sabor de la fruta fresca que identifica sus vinos, por lo que compran las barricas nuevas y ellos mismos las envejecen con vino, que luego se mezclará con el de los tanques que contienen el Guímaro joven.
Los vinos de Bodegas Guímaro
Guímaro Blanco se elabora con 75% Godello, 25% Treixadura, Torrontés, Loureiro y Albariño, procedentes de diversas parcelas con suelos graníticos, pizarrosos y arenosos, ubicadas en la subzona de Amandi, entre 300 y 500 metros de altitud, con orientaciones suroeste y sureste, y con una edad entre 35 y 40 años. El vino se mantiene con las lías durante 6 meses sin remover, al cabo de los cuales se hace una leve clarificación y filtrado, y reposa en botella durante al menos 2 meses antes de salir al mercado.
Guímaro Blanco Cepas Viejas se elabora con uvas de Godello con un pequeño porcentaje de Treixadura, Torrontés, Loureiro y Albariño. El vino fermenta en barricas de roble francés y americano y se deja durante 15 días, luego se trasiega para eliminar restos de fermentación, y vuelve a las barricas donde permanece entre 4-6 meses sin remover. En nariz ofrece aromas limpios e intensos a frutas maduras. Sabroso, elegante, con buena acidez y muy equilibrado, con un postgusto largo y seductor.
Guímaro Tinto es el vino básico de la bodega quese elabora con un 85%, Mencía, Caiño, Sousón, Merenzao, Brancellao, Garnacha, Mouratón y Negreda procedentes de distintas parcelas plantadas en laderas con distintas orientaciones y altitudes, con una edad media de entre 35 y 40 años. El vino se mantiene sobre sus propias lías entre 4 y 8 meses sin remontados, y posteriormente se clarifica y se embotella. En nariz es muy fresco con predominio de aromas de frutas rojas. En boca es fresco, con una buena acidez, donde vuelven los frutos rojos acompañados con un fondo mineral.
Guímaro Finca Capeliños se elabora a partir de un 80% de Mencía y una mezcla de variedades diferentes procedentes de la Finca Capeliños, situada en un pendiente extrema junto al río Miño, y es la misma donde Raúl Pérez elabora su famoso vino El Pecado, que obtuvo los 98 puntos Parker en la cosecha del año 2005. Finca Capeliños se elabora con un 40% de raspón y 60% de uva entera, y permanece entre 12 y 14 meses en barricas usadas de 4 y 6 años de 225 l. Es el vino que Luís Gutiérrez (Robert Parker) le otorgó los 96 puntos. Es un vino complejo e intenso, con notas de frutos rojos y negros, mineral, balsámico, con notas de monte bajo. En boca es sutil, con buena expresión frutal, fresco, con acidez equilibrada, y final muy persistente y elegante.
Guímaro Finca Meixeman se elabora con 80% Mencía de 70 años, 20% Caiño, Sousón, Brancellao, Merenzao, Negreda, Garnacha y Mouratón procedentes de la Finca Meixemán de 1,2 has, orientada al suroeste a 400-450 m sobre el nivel del mar. Fermenta en depósitos troncocónicos cerrados con un 40% de raspón y un 60% de uva entera y permanece en barricas de 255/500 litros de roble francés de usadas durante 12-13 meses.
Guímaro Finca Pombeiras es el vino más especial de la bodega y el que representa, según sus autores, el terroir que caracteriza a la Ribeira Sacra. La Finca Pombeira comenzó a vinificarse por separado en 2010, y su producción es siempre muy pequeña. Es la finca donde Raúl Pérez elabora su vino La Penitencia, con el que comparte elaboración y crianza. Se elabora con un 80% Mencía, 20% Caiño, Sousón, Brancellao, Merenzao, Negreda, Garnacha, Mouratón, con una edad media superior a los 70 años. Fermenta en barricas de 1800 y 700 litros abiertas verticalmente con el 100% del raspón, con levadura autóctona. Posteriormente recibe una crianza de 10 a 12 meses en barricas de 225/500 litros de roble francés. Se embotella sin clarificar ni filtrar, y permanece en botella un mínimo de 5 meses antes de salir al mercado. Su producción se limita a una sola barrica de 500 litros, de la que se extraen unas 660 botellas. Ofrece un aroma muy frutal con notas intensas a ciruela muy madura con recuerdos a los hollejos y una madera muy fina y elegante que aporta recuerdos torrefactos. En boca es intenso, con tanino pronunciado con toques dulces y una madera muy bien integrada que llena la boca con una acidez muy bien ensamblada, con retrogusto largo y prolongado que recuerda la variedad.