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Con la saca inicial del año 2000 pusieron el listón muy alto consiguiendo 96 puntos Parker. Ahora se atreven con una segunda aventura donde todo parece apuntar a que los resultados serán iguales de satisfactorios. Y no es para menos: pago de Balbaína, barrio de Santiago y una herencia incalculable. Con estos ingredientes nada podía salir mal en Viñas Corrales Fino, el proyecto que Peter Sisseck (Pingus) y Carlos del Río González (Hacienda Monasterio), han iniciado en la D.O. Jerez-Xérès-Sherry (en el punto más meridional de la Península Ibérica).
Para este proyecto la pareja decidió irse hasta la calle San Francisco Javier, en el barrio de Santiago, uno de los lugares más populares y emblemáticos de Jerez, donde el flamenco y el arte esperan a la vuelta de cualquier esquina. Allí han adquirido la bodega San Francisco Javier, fundada en 1974, y que previamente había pasado por la mano de dos propietarios: primero, por Ángel Zamoran (quien durante 37 años funcionó como almacenista, buscando las mejores botas entre las bodegas y tonelerías de la zona); y en segundo lugar, Juan Piñero (dueño de la marca Camborio). Finalmente, toda esta herencia -incluídas 74 botas de Fino Camborio- han llegado a las manos de Sisseck y Del Río, y son supervisadas por el enólogo sanluqueño Ramiro Ibáñez.
En cuanto al campo y al viñedo, fundamental en las cualidades y grandeza de Viña Corrales Fino, la uva procede del pago de 2 hectáreas de Macharnudo y 8 hectáreas de Balbaína. En concreto esta última parcela, donde crece la palomino en cepas viejas de 30 años, perteneció a Pedro Nolasco, tatarabuelo de Carlos del Río, que casualmente también fue propietario de las bodegas Francisco Javier (en aquel momento bajo el nombre de Industrias Torresoto). Todo queda en familia.
Según los entendidos este enclave, donde la albariza se comporta como una esponja, reteniendo las otoñales lluvias y ayudando a la cepa a aguantar los meses más secos y duros del verano, salen los finos más finos de la D.O. Jerez -Xérès-Sherry (valga la redundancia), convirtiendo a Viña Corrales Fino en un pequeño lujo con una producción muy limitada. Por el momento, en sacas anteriores ha sido necesario hacer lista de espera. Vista la calidad y su historia, eso es lo de menos. Merece la pena ser paciente por una simple botella de Viña Corrales Fino Saca.
Viña Corrales Fino Saca 2021 es un generoso. En nariz presenta las notas punzantes características de estos vinos, con toques fragantes de piel de cítricos secos, madera ligeramente tostada, migas de pan, frutos secos (avellana), nuez moscada y tabaco fresco. En boca es untuoso, fresco y armónico, expresándose con franqueza. Final largo y persistente. Gran capacidad de envejecer en los próximos 4 años.