Riffault Akméniné

Sus vinos son considerados únicos en la A.O.C Sancerre. Allí, al sureste del valle del Loira (en Sury-en Vaux), Sebastien Riffault se diferencia del resto de viticultores de la zona con sus vinos naturales. Su caso se trató de pura confianza; en la fe de hacer las cosas de forma distinta a como tradicionalmente lo hacían en su familia (que llevaba produciendo vino desde generaciones).

En el 2000 comenzó de la mano de su padre, Etienne Riffaut; pero rápidamente, Sebastien comenzó a aplicar los principios biodinámicos en una pequeña parcela. Lo que comenzó como un experimento se terminó extendiendo a las 12 hectáreas donde cultivan sauvignon blanc. En ellas, sobre un suelo arenoso, de sílex y arcilla, nace Riffault Akméniné. En Riffault Akméniné todo el trabajo se realiza de forma manual: desde el arado a caballo, hasta la vendimia a mano (que se realiza tarde para garantizar la buena maduración). Y por supuesto nada de fertilizantes ni químicos. Esto hace que en ocasiones las bayas estén afectadas por la botrytis, un hongo que se da en condiciones de humedad y calor y que termina pudriendo la uva. Por este motivo, es muy importante que a su entrada a bodega Riffault Akméniné sea seleccionado cuidadosamente, para garantizar la calidad de las bayas que se van a encubar en barricas grandes, donde fermentan de forma natural con levaduras autóctonas. Aquí permanecerá en crianza dos años con sus lías finas, donde también realizará la fermentación maloláctica. Por último, pasado este tiempo, Riffault Akméniné se trasiega a botas de madera - donde volverá a esperar un año- hasta que finalmente será embotellado por gravedad, sin clarificar ni filtrar.