Clos de la Roilette Brouilly

Aunque hoy en día hacer tu vino fuera de la denominación es de lo más normal del mundo, a principio del siglo XX era todo un traspiés. Y eso es lo que le pasó a Monsier Crozet, dueño de un dominio en Beaujolais (Francia) que, cuando se creó la AOC Fleurie en 1920, perdió la denominación Moulin-à-Vent. Tal fue su enfado que creó una etiqueta usando únicamente una fotografía de su caballo de carreras Roilette. De ahí el nombre de Clos de la Roilette. A mediados de la década de 1960, los herederos, sin interés por la finca ni un centavo en el bolsillo, se la vendieron en estado medio salvaje a Fernand Coudert. Desde entonces, tres generaciones son las que han trabajado 9 hectáreas en Fleurie y han sido las responsables de convertir el Domaine en uno de los mejores de Beaujolais.

Pero aunque es cierto que los vinos de Roilette son puro Fleurie, hay que remarcar un vino que nace en una pequeña finca en Brouilly. Se trata de Clos de la Roilette Brouilly, un vino más ligero cuyas cepas de gamay con una edad media de 30 a 45 años están plantadas en suelos ricos en arcilla y manganeso mineral. Se cultivan de forma sostenible y la vendimia es manual. Una vez la uva entra en bodega, los racimos fermentan enteros con levaduras autóctonas en cubas neutras abiertas y con la tapa sumergida. La maceración dura unas dos semanas y la crianza se realiza en fudres viejos hasta su embotellado.

En 2016 el crítico de vinos del The New York Times, Eric Asimov declaraba que "Alain Coudert de El Clos de la Roilette, es uno de los productores favoritos de la AOC Fleurie desde hace mucho tiempo, cuyos vinos no deben verse eclipsados ​​por nombres más nuevos y más caprichosos".  ¿Lo vas a poner en duda con Clos de la Roilette Brouilly?