Château Branaire-Ducru

Primero se dedicó al mundo de la banca. Luego continuó en el negocio del azúcar. Y finalmente acabó en Burdeos, concretamente en la A.O.C. Saint-Julien, donde compró el Château Branaire-Ducru. Allí, junto a su mujer, quedaría atrapado hasta el final de sus días por el mundo del vino, donde se convirtió en una de las figuras más reconocidas.

Parece que esta es la mejor herencia que Patrick Maroteaux podía dejarle a su familia. A día de hoy -y tras su muerte- este negocio, fundado en el siglo XVII, sigue funcionando y elaborando Château Branaire-Ducru, uno de los tintos más representativos del Médoc (en el suroeste de Francia). Allí, enclavado entre Margaux y Pauillac, nace este vino, uno de los diez Quatrièmes Crus de la Clasificación Oficial de Vino de Burdeos de 1855, que goza hoy en día de una segunda fama tras su relanzamiento en 1988, cuando Maroteaux compró la propiedad a la familia Tapie. Este solo fue el principio de una serie de inversiones y renovaciones que llevaron a Château Branaire-Ducru a lo más alto.

En total Château Branaire-Ducru posee 60 hectáreas de viñedo, con una media de 35 años, plantados sobre suelos de aluvión, ricos en sílice, que lo convierte en uno de los más cálidos de la región. Gracias a ello las principales variedades cultivadas (cabernet sauvignon, cabernet franc, petit verdot y merlot) no tienen problemas para alcanzar el punto óptimo de maduración. La vendimia se realiza de forma manual, parcela por parcela, tras una exhaustiva selección donde se mantienen tan sólo los racimos más sanos y en perfecto estado. La revolución de Château Branaire-Ducru también se realizó en bodega donde Maroteaux apostó por la contratación de grandes figuras, como Philippe Dhalluin quien asumió el cargo de director de elaboración. Igualmente, Maroteaux también llevó a cabo reformas en bodega, convirtiéndose en el primer productor de la región que utilizó los encubados por gravedad, prescindiendo de las bombas y los procesos mecánicos.

Tras el encubado -realizado en función de cada parcela y cada variedad-, Château Branaire-Ducru fermenta en depósitos bajo la atenta mirada y la supervisión de los trabajadores. Este proceso, al que le sigue una maceración, puede durar hasta tres semanas. Una vez acabado, llega el momento de la verdad cuando el equipo técnico deba realizar el blending o assemblage, estableciendo el porcentaje de cada variedad que se empleará esa añada. Finalmente, Château Branaire-Ducru pasará a las barricas de roble (el 60% de ellas nuevas) donde tendrá una crianza mínima de 18 meses. Château Branaire-Ducru será embotellado en la propiedad, convirtiéndose en un valor seguro que nunca defrauda.