Chardonnay, la rubia más internacional y glamorosa
La uva Chardonnay es la reina de las variedades blancas, la uva más plantada en el mundo superando inclusive a la española Airén. Tiene su origen en la región francesa de la Borgoña, justamente en los alrededores del pueblo con el que comparte nombre, Chardonnay, donde los romanos fueron quienes iniciaron su cultivo. La cepa se conocía con el nombre de Chaudenet o Chardenay hasta que el Congreso de Ampelografía de Chalon-Sur-Saône de 1896 fijó el nombre que lleva en la actualidad.
Estudios afirman que la Chardonnay es producto del cruce por polinización entre las uvas Pinot Noir y la Gouais Blanc, actualmente desaparecida.
Ésta es la versión oficial pero la calidad y presencia internacional de la uva han dado lugar a diferentes mitos y leyendas sobre su origen como la que explica que la cepa proviene de viñedos del Líbano, Siria o que quizá es una vid autóctona de Chipre y que fue introducida a Europa por los combatientes que volvían de Las Cruzadas.
En aquellos tiempos en Jerusalén existían ocho puertas, entre ellas la “Puerta de la Torre de David” o “Puerta de Dios” desde la que partía la carretera que llevaba al puerto de Jaffa, en el Mediterráneo, es decir, la puerta de entrada de los peregrinos que llegaban a la ciudad desde Europa. A ambos lados de este camino crecían vides cuyo fruto dorado conquistó el paladar de los guerreros que llegaban para participar en Las Cruzadas.
Debido al nombre en hebreo de esta puerta, “Shaar Adonay”, y a su pronunciación “Shardonnay”, las cepas que bordeaban ese camino podrían haber sido nombradas de esta manera hasta llegar a su actual denominación: Chardonnay.
Muchos de los caballeros que acudían a luchar en Las Cruzadas eran nobles que pertenecían a la Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón (Orden del Temple). De hecho, Hugo de Payns, su fundador, era pariente del Conde de Champaña, por lo cual no resultaría difícil dar credibilidad a la posibilidad de que esta cepa viajara desde Oriente hasta la Champaña, lugar donde es considerada como una uva emblemática y que ha dado tanta fama a la región.
La historia se podría completar con este giro romántico que cuenta que Teobaldo IV “El Trovador”, quien precisamente era el Conde de Champaña y Brie, estaba enamorado de Blanca de Castilla, reina consorte y quien fuera después la esposa de Luis VIII «San Luis», rey de Francia y madre del Rey Luis IX.
Teobaldo, para demostrar su lealtad al rey, marchó a Las Cruzada en 1239.
Cuando el Conde de Champaña regresó a su patria lo hizo con dos tesoros: una rosa de Damasco y una cepa desconocida a la que se le considera la antecesora de la variedad Chardonnay. Esta aportación lo ha ligado desde entonces a una de las casas elaboradoras más famosas de Champagne: la Maison Taittinger, donde elaboran un cuvée, el Comptes de Champagne, en homenaje a los Condes de Champaña y en concreto a Teobaldo IV cuya imagen aparece en el sello que rodea el cuello de todas las botellas que ahí se elaboran.
¿Cómo es la uva Chardonnay?
Esta cepa ofrece racimos pequeños y compactos de granos ovalados con hollejo fino y de color amarillo-verdoso.
Brota de manera temprana, situación que puede ponerla en peligro en caso de heladas primaverales, pero que sin embargo resiste muy bien a los rigores del invierno.
Debido a que sus racimos y bayas son pequeños, tiene un gran potencial cualitativo que permite una elaboración de vinos de gran calidad y de estilos muy diversos que van desde el blanco seco pasando por los espumosos hasta llegar a los vinos dulces de licor.
Si se vinifica sin pasar por barrica se obtienen vinos que pueden ofrecer recuerdos a piña, tarta de manzana, limón y a veces pera, melocotón, o fruta de la pasión, dependiendo de la zona en la que se cultiven las vides.
Cuando se vendimia de manera precoz ofrece poco cuerpo y bastante acidez, por lo que es excelente para la elaboración de espumosos como el Champagne.
Cuando los racimos se cosechan en su óptimo punto de maduración puede ofrecer vinos con recuerdos a bollería recién elaborada, a la mantequilla o las avellanas.
La variedad Chardonnay por sí misma es muy neutra, ofrece los aromas y sabores habitualmente asociados con las uvas. Esta cualidad también permite que sea una experta en expresar el carácter del terroir del que procede y la influencia de la manera de vinificación y crianza que se le aplique, por ello se adapta a la perfección a fermentaciones y crianzas en roble donde adquiere cuerpo y sus aromas se equilibran bastante bien con los de la madera donde aparecen notas avainilladas, de caramelo de mantequilla (toffee), limón, notas ahumadas, nata, tostados, mantequilla o inclusive de coco, clavo y canela. Estos vinos suelen mejorar después de un reposo en botella que puede ir de los tres a los cinco años.
En boca es sutil, sin una acidez agresiva y tampoco un sabor propio especialmente fuerte. Nos ofrece sabores que nos recuerdan a las manzanas, los cítricos, el melón, las peras, la miel, la cera, el caramelo y recuerdos a algunas notas minerales dependiendo la zona en la que haya sido cultivada.
¿Cómo podemos armonizar los vinos de Chardonnay?
Los vinos elaborados con esta variedad moderan la sensación de la intensidad de las especias presentes en algunos platos e intensifican los sabores y las texturas cremosas. Son los vinos perfectos para acompañar, por ejemplo, una langosta.
Los Chardonnay con crianza en barrica, como algunos ejemplos de Borgoña, Australia o California, son vinos más audaces que aceptan armonías con cangrejo, pasta con mariscos o almejas, pescados como el halibut, incluso con platos elaborados con cerdo. Los veganos pueden encontrar un buen maridaje para acompañar vegetales con alto contenido en almidón como el maíz o la calabaza. Con las setas se lleva muy bien también.
Cuando son vinos sin crianza, como algunos ejemplos de Chablis, Chile, Nueva Zelanda o de algunas zonas de Francia y España, combinan de maravilla con mariscos crudos, pescados salteados, aves, patés y platos como el sushi o el risotto de vegetales.
Y una de las parejas estrella es la que forman el Chardonnay y el queso, especialmente los que se asemejan al Brie.
¿Por qué la uva Chardonnay ha tenido tanto éxito a nivel internacional?
La uva blanca de la Borgoña resulta ser más versátil que la Pinot Noir y ha podido crecer y madurar sin dificultad prácticamente en todas partes excepto en los extremos de las zonas aptas para la viticultura. A pesar de que se adapta a casi todos los suelos, acostumbra preferir los de tiza, arcilla y piedra caliza, como los de su natal Borgoña.
Sin embargo los vinos que se elaboran con ella en climas fríos están mejor valorados que los que provienen de zonas más cálidas. Con climas más frescos la cepa mantiene la acidez mientras madura pero en zonas calurosas la Chardonnay va perdiendo esa acidez y produce vinos afrutados pero con menos estructura.
Su sabor es sutil, por ello es la uva para vino blanco más popular del mundo. Al no tener tanta intensidad responde perfectamente a la fermentación y al envejecimiento en barricas de roble.
Su éxito también radica en que los vinos que se elaboran a partir de esta variedad resultan de “entrada fácil” al mundo comercial para nuevos elaboradores o para viticultores en desarrollo.
¿Quieres saber algunas curiosidades sobre esta rubia tan internacional?
La uva Chardonnay es tan cautivadora y elegante que algunos de los vinos blancos más caros del mundo están elaborados con ella.
Es la uva más plantada en California, todo y que se podría pensar que su cultivo predomina en Francia. Ahí ocupa el segundo lugar, después de la variedad Ugni Blanc.
Esta cepa desmonta mitos pues al ser poco oxidativa permite la elaboración de vinos blancos con amplia capacidad de envejecimiento que, al cabo de unos años de reposo en botella pueden ser más espectaculares que sus versiones jóvenes.
El vino que con ella se elabora es más conocido como “Chardonnay” que por la denominación de origen donde se produce. Su nombre, sobre todo en los vinos del Nuevo Mundo, como los de California, vende por sí mismo.
Además la cepa es la única a la que prácticamente se le conoce así en todo el mundo. No cuenta apenas con sinonimias como sucede con otras variedades que son conocidas con diversos nombres dependiendo de la zona donde se cultiven.
Acostumbra a ser protagonista indiscutible de cientos de vinos pero también forma parte de coupages en los que, al ser considerada una variedad noble, se le utiliza para potenciar, si cabe, las virtudes del producto final.
Su fama se ha extendido tanto que inclusive Chardonnay ya se utiliza en el Reino Unido como un nombre para bebé, gracias a uno de los personajes del programa de televisión “Esposas de Futbolistas”.
A día de hoy puede que existan alrededor de 160.000 hectáreas de la variedad Chardonnay plantadas en el mundo.